No queda más remedio que elegir
Esta semilla está a punto de germinar una realidad que no te va a gustar.
Nadie queremos ser Frodo y vernos obligados a llevar El Anillo a unas montañas oscuras y lejanas, donde el Mal planea destruir lo bueno de la vida. Todos queremos seguir disfrutando de La Comarca.
Pero vientos huracanados de cambio han llegado. Y como dice Gandalf: “No nos está dado elegir cómo han de ser nuestros tiempos, pero sí qué hacer con ellos”.
Como niños mimados de la segunda mitad del siglo XX y primer cuarto del XXI, tenemos la memoria repleta de tiempos plenos, y el poder de levantarnos para defender lo que ha dado mayor sentido a nuestras vidas y que ha de seguir formando parte de la humanidad:
Los valores “europeos”, heredados a sangre y salvaguardados por tantas entidades, asociaciones y personas que centran su vida en ellos.
Paisajes extensos y variados, compartidos por plantas, animales y personas. Que nos mantienen alejados de sueños desquiciados.
Profesiones locales, que nutren cada zona y su cultura. Pescadores, artesanos, agricultores, bodegas, apicultores… son los que construyen cada entorno con equilibrio y respeto.
Todo ello necesita defensa. Frente a alternativas como las “democracias” china y rusa, los algoritmos como guías morales, el espacio rural convertido en macroextensiones de granjas de cerdos, molinos y placas solares; la alimentación y la pesca, externalizadas a otros países. Estas propuestas son ya una realidad y van muy en serio.
Antes de que llegue la marea
Rodeados de nuestros jardines de flores (y en especial este año, que ha llovido tanto), no nos creemos que todo esto -que vemos en las noticias, que nos comenta un amigo- vaya a pasar. O que buenooo, ya se verá, todo va lento, yo no puedo hacer nada…
No pudieron los pompeyanos, arrollados por un río de lava un día cualquiera. Para nosotros su ciudad es hoy un lugar turístico. Como será para la siguiente generación nuestro presente. Un recuerdo de los tiempos en que los humanos comprábamos en el mercado local, cocinábamos, disfrutábamos de buenos productos de un entorno en el que paseábamos, nadábamos, celebrábamos fiestas y encuentros.
Todo esto no es un cuento chino sino una realidad custodiada en una muñeca rusa. La grande, tan bonita, es la capa que todo lo envuelve de desarrollo tecnológico. Que ha hecho de sus fundadores, líderes mundiales. Los que diseñan las líneas estratégicas de nuestro futuro.
Una vez abierta, dentro, hay tantas muñecas como ilusiones nos hacemos de que todo sigue igual. En el corazón, esa realidad pequeñita está a punto de convertir su potencial en energía, y destrozar lo que hace a nuestra vida humana.
Aprendamos a agruparnos
Quería explorar en esta newsletter recorridos imaginarios, pero no me sale. He visto este mes zonas sin alma, ambientes pesados, gente deprimida, ruinas. Y he regresado a una tierra esplendorosa de primavera, de viento, de verde, de agua. De gente comprometida y placeres sencillos altamente valorados.
Aquí en el campo es más fácil luchar, porque el Mal tiene nombre de empresa y connivencia de políticos. En la ciudad es más difícil verlo. Nos queda, a todos, agruparnos y aprender a defender lo que valoramos por encima de todo.
Qué ocurre en tu barrio que amenaza algo importante. Están quizás naciendo agrupaciones nuevas. O se empoderan sus habitantes en asambleas… Busca, pregunta, alíate, inicia algo. Deja ya de confiar en que los políticos arreglarán lo que ellos mismos promueven.
Hemos aprendido de la tecnología a funcionar en red. Y SOMOS NOSOTROS, los tantos y tantos humanos de la calle que observamos, vivimos y actuamos, los VERDADEROS CONSTRUCTORES de la realidad.
Las calles son nuestras.
Llénalas de vida.
Bravo! 👏👏👏