El universo es mental. Inventado día a día por nuestros pensamientos (inconscientes en un 99%). Si esta es la Primera Gran Ley del Universo, ¿por qué somos tan necios? Ya va siendo hora de montárnoslo mejor.
Nos hemos creído tantas cosas. Las hemos reafirmado a lo largo de tantos años. Y así nos va. Muy pocos de nosotros son capaces de sustraerse a “lo sabido” y tener visiones nuevas, o construirse una vida propia. Genios y personalidades que admiramos.
Si cada uno de nosotros hiciera borrón y cuenta nueva de todo lo que nos han imbuido en el cerebro, el mundo estaría repleto de personas originales y sorprendentes. Con sus pensamientos, crearían un universo variado y multiforme. Como cuando no nos conocíamos entre tribus y nacieron culturas únicas.
La homogeneización va en contra de nuestro propio beneficio. Encorsetan nuestra mente intereses privados. Descolonizarla es uno de los mantras actuales entre quienes despiertan, que son muchos. Y que están transformando la realidad. Con centros de yoga y de terapias, cooperativas creadoras de comunidades, talleres y charlas para renovar el mundo.
“Somos lo que pensamos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo”. Buda.
Mira tu día a día
Pero todo empieza por el día a día de cada uno de nosotros.
Por imaginar en el desayuno todas las cosas buenas que nos van a pasar, en vez de repasar la agenda de nuestras obligaciones.
A mí me gusta desayunar al sol, descalzarme sobre la tierra o ponerme música, para sentirme bien viva en cada momento de todo lo que me pase. Aunque cuando amanece tan gris como estos días, tiendo a amortiguarme (¿cómo pueden sobrevivir al invierno en Europa?).
Como todos, suelo transcurrir el día en modo automático: ir al gimnasio o a la compra, un café, trabajar… El juego está en mirar de otra forma.
Sentirme orgullosa de cómo se fortalece mi cuerpo en vez de centrarme en lo que me cuestan los ejercicios gimnásticos. Imagina qué relación tan hermosa puedo ir desarrollando con él (y sin pasar por quirófano).
Admirar los frutos que me da la Tierra cada temporada para comer. Puedo conocerlos mejor, de qué están hechos, sus propiedades, buscar o inventarse recetas. La relación con la comida puede ser tan íntima.
Trabajar centrándome en el valor que estoy aportando. A uno mismo, a los clientes, compañeros, la empresa, los alumnos, la comunidad, el mundo. Y no es que tengamos que sentirnos útiles, esto es una creencia. Sino ser conscientes de que nuestra forma de trabajar conforma también el modo en que funciona la realidad. Si disfrutamos, hacemos disfrutar.
Vuélvelo a mirar
De vuelta a casa podemos repasar la mirada nueva que hemos puesto en un tema concreto, y qué va cambiando. E incluso, atrevernos a imaginar: ¿cómo podría haber sido de otro modo mi día?
Si no me creyera que “no tengo tiempo”, podría haber ido tranquilamente caminando al trabajo. Actualmente estamos viendo calles, barrios y ciudades en que las personas lo hacen todo andando o en bicicleta, y cómo cambia el ambiente.
Si no hubiera asumido que “soy poco hábil con las relaciones sociales” o que “no se habla con desconocidos”, me sentaría con esa persona a compartir el café y conversar un poco.
A mí lo que me gustaría cada final de jornada es encontrarme con personas. Un vinito, un paseo, bailar, tumbarse a mirar el cielo… En invierno, con lo oscuro que está el campo, es difícil (siempre es difícil) (ay, otra creencia). Y especialmente porque, a diferencia de la ciudad, se nota mucho más la bajada de energía para recluirse e invernar. Pero ya estoy imaginando para primavera fijar una tarde de charla a la semana (¿o hacer una obra manual conjunta?), frente al atardecer. Y otra mensual de baile loco. De alguna forma, saldrá. Y nos recompondrá a todos.
Planta diariamente una semilla mental
Hagámoslo así. Cada mañana, antes de enfrascarnos en esa realidad que creemos inevitable, regalémonos a nosotros mismos y a los demás, cinco minutos.
Sembremos en ellos una semilla, la semilla de algo hermoso, o nuevo.
Que oigamos el sonido del amanecer. Que alguien me diga algo amable (o lo diga yo). Que sienta la risa en el estómago ante todo lo que me ocurra. Que elija sentirme bien ante la bronca de un compañero. Que vea ese árbol poderoso que sobrevive en la ciudad.
Que como viva mi día hoy, lo desee al resto del mundo.
Tens molta raó!! Jo no arribo tan profundament a analitzar la meva vida, però començo a viure un altra vida. Cada dia que passa la sento més plena, després de que el meu company de vida marxés per sempre. La vida és un regal buit que hem d'anar omplint de coses boniques nosaltres mateixes!!
Muy interesantes todas cosas en verdad.
Pensar es el acto fundamental que nos permite interpretar la realidad, cuestionar nuestras creencias y construir conocimiento. A través del pensamiento, organizamos nuestras ideas, reflexionamos sobre nuestras experiencias y tomamos decisiones que moldean nuestro camino. No es solo un proceso lógico, sino también creativo, pues nos da la capacidad de imaginar posibilidades, resolver problemas y encontrar sentido en lo que vivimos.
El pensamiento puede ser superficial o profundo, automático o deliberado. En un mundo lleno de información y distracciones, cultivar un pensamiento crítico y reflexivo se vuelve esencial para evitar manipulaciones y desarrollar una comprensión más clara de nuestro entorno. Pensar con lucidez no solo nos ayuda a comprender mejor el mundo, sino también a conocernos a nosotros mismos, permitiéndonos actuar con mayor conciencia y propósito.