Nunca he sabido lo que es ser sostenida. Hasta muy recientemente. Cuando mi nueva profesora de yoga nos indicó los pasos para crear la postura del guerrero, con una voz arraigada y firme.
Me transportó a la sensación de crecer con una madre que está presente, que habla a su hija con firmeza y ternura, que le pregunta o le escucha, que le sostiene cuando el mundo o su interior rebasan a la niña.
Creía que, con los años, había ido aprendiendo a vivir así. Pero la voz de Ivanna, esta rotunda profesora, me ha mostrado cómo el abandono continúa morando en mi interior. El vacío de la herida que se abre en según qué momentos sociales. En torno a la que me aovillo, un día o dos, hasta que desaparece el escozor. El no-sentir algodonoso, que corta en seco mi relación con el mundo y todo lo que le da sentido.
Medité. Vino mi niña interior. Se paró frente a mí, serena, presente. Experimenté lo que la voz de Ivanna me había enseñado: que cuando un día me supera, yo estoy aquí para mirarme con ternura, para sentirme y amarme. Viví por primera vez la experiencia de ser sostenida: de que las cosas ocurren, pero hay alguien contigo, acompañándote, diciéndote “pasarás por esto, sigues aquí, amada, siendo profundamente”. ¡Y esta soy yo!
Congelarse para protegerse
Sé bien lo que es congelarse. Nuestro sistema nervioso, para defendernos, activa el “lucha o huye” ante lo que percibimos como una amenaza. Pero si esta la juzgamos como enorme, nos paraliza. Una reacción animal ordinaria, la de “hacerse el muerto”, para que el enemigo nos tome como tales y no nos coma.
Durante años he usado inconscientemente la timidez como estrategia: ser amable, hacerme invisible. Con tal de no exponerme “ante el contrario”, confrontarme con otros. Pero esta, claro está, impide relaciones francas y espontáneas.
Ha sido en sus márgenes que he ido haciendo buenos amigos. La familiaridad, el entorno amable, me permiten mostrar la niña vulnerable y traviesa que aún soy, que ama bromear y hacer felices a los otros.
Pero los años me han hecho pagar el precio de tanto escaparme: el de congelarme cuando estoy con desconocidos. A la que nos juntamos unas pocas personas con las que no tengo confianza, me bloqueo. Física y emocionalmente. Y es tanto el frío que exhalo, que los demás se apartan instintivamente.
Mi cuerpo se pone rígido. Mi cara refleja pavor. No sé qué decir ni qué contestar (¡yo!). Me siento terriblemente mal, secuestrada, proscrita. Me gustaría pedir auxilio, una voz amable, pero alejo, atemorizo.
El miedo a la sociedad, a las personas, está en mi vida. Pese a ser profundamente sociable, cercana y amorosa con los que conecto, o con los que siento que tienen también sus dificultades.
Avanzar ante el peligro
Hace años que recibo mensajes del entorno tipo: “los demás son un reflejo de cómo te relacionas contigo misma”, “son un espejo”, “cuando te congeles, activa tu nervio vago con una sensación tierna y placentera, un gesto amable”, “el truco está en hacer algo inesperado, en jugar y romper la tensión creada”.
Que observo, pruebo, mejoro algo a veces, otras muchas rechazo entrar en situaciones que me pueden congelar, o las llevo con algo más de paciencia.
Pero ha sido la voz de Ivanna, el encuentro con esta persona para la que ya estaba preparada, la que me ha hecho experimentar el interior amable que desconocía. Vivir la experiencia de sostenerme a mí misma amorosamente.
No se sabe lo que es el amor si no te aman de niño. Así de implacable es la vida humana. Pero puede llegar, un día, a calar hondo en tu corazón. Así de generosa es también la vida.
No te conformes con tus carencias. El mundo es enormemente rico fuera de ti.
Noooo, yo voy por delante en unas cosas y tú en otras, que a cada una nos toca lo que nos toca, pero es un placer poder compartir
Querida amiga, has dado en el clavo!!!
Este escrito es también para mi, refleja todo o mucho de lo que yo siento.
Durante estos últimos años de mucho crecimiento, siento que nuestros caminos han ido muy paralelos y que muchas veces tyú ibas un poquito más adelante así que estoy ansiosa por vivir esa sensación de sostenerse a uno mismo. 😊
Gracias gracias gracias